lunes, 30 de mayo de 2011

30/05/2011

Hoy hubo indignación. Tengo que admitir que yo nunca me he sentido a gusto con la policía limeña, pero hoy fue el colmo. Nunca me sentí tan indignada como ser humano. Nunca sentí tanta desesperación e impotencia como cuando no pude salvar dos gatos de su incierto destino. Pero esto difería mucho, se trataba de la vida de una persona, y ellos allí observando una golpiza a muerte sin intervenir, dejando que alguien fuera de sí golpee al otro como si se tratara tan solo de un cuerpo inerte, y ni así. Qué decepcionada me siento de lo poco que intentan ayudarse los unos a los otros. Que pena por ese poco nivel de amor al prójimo y a la vida misma.

Me retiré, nos retiramos, el mar se retiró.

Estando ya cerca al túnel, con unas luces de colores apuntándonos, dos extraños bajaron de una bicicleta a cantarnos canciones raras y una señora nos informaba que los pituquitos limeños prostituían a las vendedoras del malecón. Extrañas cosas uno se entera cuando cambia de ambiente.

De todas maneras, este ha sido un día increíble en toda la extensión de mis palabras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario