miércoles, 13 de julio de 2011

El tuerto que no se dió por muerto

"Mi tarea actual consiste en escribir las notas del viaje inmóvil de un náufrago
en las costas de la soledad"- Jean Claude Bauby


La escafandra y la mariposa decía el título, dos objetos de culto para mí. Esos dos elementos eran suficiente motivación para invitarme a ver la película. En la película, el narrador también es personaje, es escritor de un best seller y a la vez es un parapléjico. Sorprendente lo que la comunicación puede llegar a ser. El porqué del título es simple: un parapléjico que se siente atrapado en su "escafandra" con su verdadero yo, el interior, dentro. Y una mariposa, como símbolo final de liberación. "Si dejo de lado el ojo, dos cosas no están paralizadas: mi imaginación y mi memoria. Son las únicas dos salidas para escapar de mi escafandra"-cita Bauby, el escritor del libro.


Siendo así y viendo esta película totalmente motivadora, salí del cineclub en dirección a un café. Llegué a la cafetería, degusté un mocaccino de naranja y decidí dirigirme hacia mi hogar, pero los demás asistentes de los que me encontraba rodeada, y un amigo en particular me desvió del camino.
Hacía ya un buen tiempo que no caminaba por los alrededores de Miraflores, hace no mucho tiempo que había vivido cerca al centro, y la verdad no lo echo de menos. Miraflores es un distrito céntrico, que se preocupa mucho por apariencias, y el propósito de esta historia es apreciar correctamente nuestro yo interior.

Caminamos por la bajada y por sugerencias nos sentamos en una banca al lado del camino. De regreso conversábamos para romper el silencio -o al menos eso hacía yo- y poco a poco conversando sobre nuestro fines, el compañero pronunció: "siento que se pierde el tiempo solo". Lo miré sorprendida y respondí: "¿Estás hablando en serio?" Lo siguiente que pronunciaron mis labios fue: "Mira, si tienes algún problema o te sientes atascado en algo, este es el momento. Échate o siéntate, y medita, relájate y deja que tu mente te de la respuesta. Haz que tu cerebro trabaje haciendo nada." Le expliqué como de a pocos aprendes a escuchar lo que te dicta el silencio y como tu oído mejora en ese sentido con la práctica y la dedicación. En otras palabras que deje de perder el tiempo.

Y es curioso que esto haya sucedido y que tenga tanto que ver con la película, donde un parapléjico llega a escribir un libro solo guiñando un ojo. Cuando un amigo me explica su casi frustración porque no hace todo lo que quiere y siente exceso de hiperactividad. Yo también lo sentí, pero el silencio me dictaba calma, y eso era lo único que necesitaba en Lima, calma. Recuerda que la diferencia entre un río manso y otro agitado, no es solo navegar mejor y con más control, sino en el tipo de aventura que decidimos vivir: descubrir un paraíso en la soledad o ser un náufrago sin futuro alguno.


No hay comentarios:

Publicar un comentario