jueves, 15 de septiembre de 2011

La decisión de un escritor

Robert Graves plantea un problema doblemente complejo.

El escritor, al cumplir 30 años, debe tomar una decisión inexorable: oír el llamado de la Diosa Blanca o seguir adelante.

Si elige lo segundo, su vida será larga y gratificante. Será admirado, célebre, laureado por mil académicos de hierro. Los aplausos atronarán ante cada frase ingeniosa. La tristeza nunca lo rozará. Será dueño de una libertad mediocre, mezquina, gris. En vida será reconocido. Ya muerto, se irá deshaciendo en la memoria de sus lectores. Escribirá con elegancia, pero nunca conmoverá. Ninguna lágrima llevará su nombre.

Si elige el llamado de la Diosa, su obra será breve. Vivirá poco y enfermo. Tendrá visiones. Enloquecerá. Será abucheado, despreciado y ridiculizado. Pero al morir -de una muerte espantosa- será recibido por el abrazo eterno de la Diosa.

Décadas, acaso siglos después, alguien, un joven, quizás, encontrará un libro suyo (sucio y carcomido por las ratas) y leerá un párrafo al azar. Entonces brotará un llanto repentino, incontenible. El escritor estará más vivo que nunca.



Aelfwine.
El espejo gótico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario