No me digan que no hay ningún olor que les trae recuerdos. Hoy me fui a lavar el cabello como siempre, excepto que hoy fue distinto (¿?) Había llevado un frasco de shampoo nuevo a Lima, y esta fue la primera vez que lo usé en Chiclayo. Apenas destapé el frasco, no sólo el aroma sino un sinfín de recuerdos se liberaron junto con éste. Ese olor parecido a frutas me trajo tantos recuerdos: Mis mañanas en Lima, mis salidas con Diego, nosotros fumando en Paseo de la República, el almuerzo con Diego, el mozo rompiendo el plato, fumando de nuevo en el Parke Keneddy, Diego, el departamento de mi prima en Miraflores, Diego, yo, y un silencio absoluto entre ambos que duró aproximadamente dos horas.
¿Nos vemos mañana?-me preguntó.
¡Dalo por echo!-le respondí yo, que de una manera extraña me había divertido mucho con él.
Así, el silencio que solo evoca un buen baño, me llevó recordar otro silencio, cómodo y reconfortante.
Y es que pocas personas entienden que sucede en el silencio.
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