Hola, sra Luna. Hace mucho que no te dejas ver. Salgo por mi ventana ilusionada, embuida de la sensación que tengo cada vez que te veo o pienso en tí. Y tú no estás.
Pasa un día, pasa otro, y cada día que pasa, el sol me sonríe, juguetea con sus cabellos, tratando de enamorarme, tratando de seducirme, y quisiera llorar en mis momentos de soledad, pero no puedo, porque la oscuridad ahora ya no me acompaña. Ahora que todo quiere salir a la luz, y tu no estás conmigo, sólo caras comunes pero para mí desconocidas, yo desconfío. Rostros donde se revelan las intenciones, los pensamientos, y todo lo que debe permanecer oculto, yo lo puedo ver. Y tú no estás.
Antes, cuando el sol era para el día y tu eras para la noche lo que eres también para mí, la cuenta regresiva para tu llegada me tomaba todo el día restante, pero ahora en ausencia tuya, el mar se ha descontrolado y no sabe que hacer. Pregunta por tí, bravo de desesperación, ávido por tu reflejo en la superficie de su inmensidad, como una fémina en busca de control, y yo sólo puedo contestarle que nos veremos la víspera del año nuevo, pero no puedo prometerle si tú allí estarás.
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